Grupo de Oracion

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sábado, 11 de febrero de 2017

San Pablo

Las enseñanzas de Jesús, San Juan y el Maestro Eckhart que hemos visto en las últimas lecciones de las Enseñanzas Semanales nos ponen de manifiesto la importancia de reconocer los dos lados de nuestra naturaleza humana.

El momento en que nos damos cuenta de que somos Marta y María, que más allá del activo 'ego' está nuestro ser espiritual, es visto por el Maestro Eckhart como el "nacimiento de Cristo en el alma". Nuestro trabajo de meditación / contemplación facilita esta visión y permite la necesaria integración de estos dos aspectos de nuestro ser. No dejamos de "hacer", con el "yo" que se necesita para hacer lo que estamos llamados a hacer, pero nuestro verdadero “ser” espiritual infunde nuestro "hacer”. San Juan tiene a Jesús como ejemplo de la perfecta integración de lo humano y lo divino.

Esta toma de conciencia repentina de la más profunda, la más importante parte de nuestro ser fue llamada 'metanoia' por los primeros cristianos: un cambio total de perspectiva sobre la realidad.  El  momento de San Pablo fue muy dramático, como todos sabemos, pero como explica Laurence Freeman:

"Su conversión fue sólo el comienzo... hay otras descripciones de  sentido místico... En el capítulo 12 de la segunda Carta a los Corintios, Pablo se refiere a la experiencia de ser "arrebatado al paraíso" ("si en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé - Dios sabe”) en la que escuchó "palabras tan secretas que los labios humanos no pueden repetirlas". Tiene similitudes con la expresión del misticismo apocalíptico judío, pero es algo único también, sobre todo al ser tan claramente autobiográfico. La importancia de este relato, sin embargo, no es "jactarse", que según él no es bueno, pero insiste en que la gente se forma una estimación de él sobre la base de lo que ven, es decir, su debilidad humana. ¿Cómo es él, este individuo apóstol que había recibido una gran gracia mística? Sorprendentemente, pero significativamente, es igual que nosotros. Él va a decir inmediatamente que se le dio un "aguijón en la carne" para mantenerlo humilde, una aflicción, la cual, a pesar de sus oraciones, Dios no le quitó. Así se mantuvo débil y humilde al ser habilitado con una gran gracia orientadora, para cumplir su misión. Y es de la debilidad que se siente  orgulloso, no de las experiencias místicas, porque el "poder de Cristo descansa en lo débil y el poder divino se manifiesta la debilidad el poder divino débil se manifiesta completamente en la debilidad humana.

"Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte" (2 Corintios 12:10). Aquí vemos la renuncia esencial al poder que está en el corazón del misterio de Cristo y en la vida centrada en Cristo. La mística cristiana no sólo se centra en la experiencia subjetiva, que tan fácilmente puede insuflar el ego, sino aún más en la obra de Dios en el contexto más amplio del mundo y al servicio de los demás. Así, Juliana de Norwich se encuentra dentro de una gran tradición cuando comprendió sus “revelaciones del amor divino", como dadas para el beneficio de los demás".

Pablo nunca perdió su lado humano, el lado 'Martha' de su naturaleza, pero era el lado humano iluminado por la parte más profunda, la parte espiritual de su ser, que infundía todo lo que hizo. "Ya no soy yo quien vive, sino que Cristo vive en mí". Esa visión le dio la fuerza y la perseverancia para guiar a los demás y señalar el "más allá" de nuestro ser y de la realidad en su conjunto.

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