Grupo de Oracion

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viernes, 13 de enero de 2017

Integracion de Dos Formas de Ser

La semana pasada vimos el significado del Reino. Laurence Freeman en su libro "Jesús, el Maestro interior" afirma: "El Reino es la libertad de toda dominación interna y externa: `la libertad gloriosa de los hijos de Dios´. Es el poder de Dios que fluye libremente en cada dimensión humana, tanto social como personal. Es la realización del individuo, como un individuo único tanto como parte de un todo inseparable de todas las demás personas. Es el final de las tragedias de la alienación y el aislamiento, las dos causas más poderosas de sufrimiento y de inhumanidad del ser humano".

Es muy posible que se sienta en esta lectura, que se trata de un estado que sólo los santos pueden experimentar, no accesible para ti ni para mí. Y, sin embargo, como veremos más adelante, cuando éramos muy jóvenes vivíamos en ese estado.

Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para nuestra existencia en esta tierra, no sólo para sobrevivir sino también para conectarnos de nuevo a lo Divino de donde procedemos. Nuestro cerebro es un instrumento precioso para hacer esto, para sintonizar con los diferentes niveles de conciencia, las diversas realidades que nos rodean. Mi hija, la Dra. Shanida Nataraja en su libro 'El cerebro dichoso' explica que hay dos mitades de nuestro cerebro y describe sus funciones de la siguiente manera: El lado izquierdo del cerebro tiene un centro - el ego - que interpreta las impresiones de los sentidos, los estímulos emocionales e intelectuales, procedentes del mundo exterior, y usa el lenguaje, la lógica y la capacidad de análisis para darles un sentido. Su objetivo principal es protegernos de cualquier cosa que pueda interferir con nuestra capacidad para sobrevivir en este mundo como un solo individuo. Ignorará totalmente cualquier cosa que no encaje en esta matriz de supervivencia. El hemisferio derecho del cerebro  también tiene un centro - el sí mismo - que ve el panorama de conjunto, ya que es la conciencia global que incluye el ego. Ve al individuo en el contexto de la totalidad, totalmente interconectado, incluyendo a toda la humanidad y la creación - todo ello abrazado por lo Divino. También tiene los sentidos interiores de la intuición y la imaginación creativa. Debido a su punto de vista que todo lo abarca, que incluye las emociones, el cerebro derecho suma a la imagen que el ego diseña, la empatía, la compasión, el cuidado de la supervivencia de los demás y de la creación - que es la fuente de nuestro ser espiritual y nuestra conexión con lo Divino.

Que tenemos la capacidad innata de vincularnos de nuevo a nuestra fuente está probado por la investigación de las ondas cerebrales que realiza la neurociencia. Se ha demostrado que los niños menores de dos años de edad aún viven principalmente en el hemisferio derecho del cerebro, como se muestra por la presencia dominante de las ondas alfa, por lo que caracterizan a un niño la empatía, el amor, la compasión y la imaginación creativa. Por lo tanto un niño muy pequeño en contacto con el todo, aún no está dividido, está conectado a Dios, aún vive en el Reino.

En los adultos, predominan las ondas beta de conciencia, propias de la actividad del cerebro izquierdo, que todos experimentamos como el torbellino constante de pensamientos que ocupan nuestra mente. El cambio de la percepción del mundo que pasa del cerebro derecho al hemisferio izquierdo del cerebro acontece gradualmente entre las  edades de dos a cinco años; a partir de entonces la sociedad y la educación enfatizan la forma de ser del lado izquierdo del cerebro y no se recomienda el punto de vista del hemisferio derecho del cerebro.

Esta conexión, sin embargo, nunca se corta sino que solamente se desconecta en diversos grados. Sin embargo, tenemos la posibilidad de volver a encenderla, ya que es una parte natural dada por Dios a nuestra naturaleza humana. De hecho, es algo que Jesús nos anima a hacer: "A menos que cambien y se vuelvan como niños, no entraréis en el reino de los cielos" (Mateo 18,3).

Shanida también destaca el papel que juega la meditación en esta re- conexión con nuestra conciencia más amplia: la meditación a través de su focalización de la atención en el mantra nos cambia de una manera de ser del hemisferio izquierdo del cerebro a la manera de ser del hemisferio derecho. Para algunos de nosotros el interruptor del cambio se ha oxidado con el tiempo, pero para los niños el acceso sigue siendo fácil, por lo que los llevará a la meditación como patos al agua.

Por supuesto tenemos que ser capaces de cuidar de nuestra propia supervivencia, así como de la de los demás. Necesitamos las dos partes de nuestro cerebro, que pueden ser diferentes, pero son sin duda complementarias. Su cooperación es esencial para nuestro bienestar, para el sentido de la armonía y el equilibrio. Se añade significado a la vida, que a menudo es muy deficiente cuando se vive por completo de acuerdo con nuestro cerebro izquierdo.

También en este caso la meditación ayuda: fomenta un aumento de la conectividad entre las dos mitades del cerebro. De este modo se facilita el cambio de un modo de ser al otro. Sólo mediante la repetición de la palabra con amor y fidelidad, ponemos fin a "las tragedias de la alienación y el aislamiento" y permitimos nuestra entrada en el Reino.

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