Grupo de Oracion

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jueves, 12 de enero de 2017

La Meditación y la Lectio Divina

Nuestra tradición se basa en las enseñanzas de Jesús y la forma en que eran vividas por los Padres y Madres del Desierto del siglo IV. Para ellos, como es el caso de John Main y Laurence Freeman, las Escrituras constituyen la base de sus vidas. Cuando algunos monjes fueron a  pedir a San Antonio, cómo debían vivir, se les dijo: "Ustedes han escuchado las Escrituras. Eso debería enseñarles cómo hacerlo".

La oración contemplativa va de la mano con la lectura de las Escrituras de una manera profunda, atenta, ya conocida en el siglo II como la  lectio divina. Las cualidades necesarias para la meditación - la  atención, el silencio, dejar detrás los propios pensamientos y opiniones, son las mismas que para la lectura contemplativa de las Escrituras. Por otra parte, ambas pueden llevar a una experiencia similar, en verdad mística.

En la meditación confiamos en nos reuniremos con el espíritu de Cristo en el silencio en nuestro corazón. El compromiso con un texto de la Escritura de esta manera profunda también lleva a tener un encuentro personal con Cristo resucitado, la Palabra.

Laurence Freeman en su libro "Jesús, el Maestro interior» hace hincapié en que la lectura de los evangelios de esta manera contemplativa conduce a la verdadera idea de quién era Jesús y a la esencia de su enseñanza, porque "En la lectio atravesamos el lenguaje y vamos más allá del pensamiento hacia el conocimiento profundo". No sólo llegamos a conocer de una manera profunda, quién era Jesús, sino también conocemos mejor nuestra propia naturaleza esencial: "nosotros leemos los evangelios y somos leídos por ellos... Esta relación con la Palabra permite que el texto del Evangelio se convierta en un camino que va desde la cabeza hasta el corazón... es un despertar de la inteligencia mística, que cuando despierta, beneficia toda la vida".

Por lo tanto, este encuentro con Cristo en el texto del evangelio, así como en la oración, se considera que tiene un profundo efecto en el individuo, cambiando su visión de la realidad y conduciendo a la transformación, a la comunión de nuestro verdadero Ser y el Cristo interior.

Esta forma de profunda lectura reflexiva de los Evangelios ha sido parte de la tradición cristiana desde el momento en que los evangelios fueron escritos. La oración, la lectura de la Escritura y la teología fueron de la mano, la teología surgió de la experiencia contemplativa, y era una manera de tratar de entender su significado, que reúne la experiencia mística y la comprensión de la misma, "pone la mente en el corazón”.

Esto continuó así hasta el siglo XII, cuando la racionalidad por el redescubrimiento de la filosofía de Aristóteles comenzó a ser más apreciada que el pensamiento místico / espiritual, dando lugar a una separación entre la oración y la teología. Es interesante que en la actualidad hay movimientos por parte de algunos científicos para construir puentes entre el conocimiento científico y racional de la realidad y el camino espiritual, intuitivo, que la experimenta.

Lo que Laurence Freeman ha descrito como un despertar de la inteligencia mística en términos espirituales se puede explicar en términos racionales como el cambio que ha tenido lugar hacia el camino del cerebro derecho, modo  intuitivo de percibir la realidad.

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