Grupo de Oracion

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viernes, 13 de enero de 2017

La Condicion Humana Esencial

El estado de estar en la presencia de Dios, en el Reino, es una capacidad humana innata. Todo el mundo puede pasar por la puerta estrecha de la atención y la fe - la fe en el vínculo esencial que existe entre la humanidad y la Realidad Divina.
Los padres de la Iglesia no tenía la menor duda de que la unión con la Divinidad es posible para todos, sin importar quién te crees que eres: "Dios es la vida de todos los seres libres. Él es la salvación de todos, creyentes y no creyentes, del justo o del injusto, del piadoso o el impío, de los liberados de las pasiones o los que están atrapados en ellas, de los monjes o los que viven en el mundo, de los educados y los analfabetos, de los sanos y los enfermos, de los jóvenes y los viejos. Es como el torrente de luz, la visión del sol o los cambios del clima que son los mismos para todos. "(Gregorio de Nisa)

La razón de esto se encuentra en su teología. Los filósofos griegos, especialmente Platón, fueron los primeros en formular la idea de que tengamos algo esencial en común con lo Divino. Lo llamaron el 'nous', pura inteligencia intuitiva, a diferencia de la inteligencia racional. Tener algo como lo Divino dentro de nosotros nos permite conocer lo Divino, ya que la idea predominante en el pensamiento inicial fue que sólo "lo semejante puede conocer lo semejante”. Nuestra experiencia cotidiana también lo confirma. Sabemos que para que la unión sea posible tiene que haber algún parecido, sólo cuando tenemos algo importante en común con otra persona podemos realmente relacionarnos con ellos, podemos ser uno en mente y alma.

El Padre de la Iglesia temprana, Clemente de Alejandría, vio la correspondencia entre el concepto de 'nous' y el expresado en el Génesis de ser creados “a imagen de Dios". Tras él Orígenes, los Padres Capadocios, Evagrio y aún más tarde Meister Eckhart, todos ellos vieron esta "imagen de Dios” como eterna y en un principio con Dios.
Para acceder a este nivel superior de realidad necesitamos la oración contemplativa, a la que conduce la meditación. "Puede ser cierto que el principio divino está presente en cada ser, pero no todos los seres están presenten en él. Nosotros mismos viviremos en él si le invocamos con oraciones muy santas y una mente tranquila”. (Dionisio el Areopagita).

Todos sabemos que el viaje al silencio no es fácil, pero no estamos solos en esta aventura, como señala Evagrio, el Padre del Desierto del siglo  IV: "El Espíritu Santo tiene compasión de nuestra debilidad, y aunque somos impuros, a menudo viene a visitarnos. Si él encuentra nuestro espíritu orando a él por amor a la verdad, entonces desciende y disipa todo el ejército de los pensamientos y razonamientos que lo afligen. "

Todo lo que tenemos que hacer es perseverar y, al hacerlo, Cristo, el Espíritu vivificante, nos ayudará a acceder al "mayor poder de la conciencia humana... su capacidad de trascender sus operaciones mentales, para ir más allá de sus pensamientos más grandes, y así ser espíritu" (Laurence Freeman). El resultado de esto es, como Evagrio dijo: "Si oras con toda verdad, llegarás a un profundo sentido de confianza. Entonces los ángeles caminarán contigo y te  iluminarán sobre el significado de las cosas creadas”.

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